Hoy, cuando las autoridades en España anuncian con jubilo que la cifra de fallecidos cae a 367, el nivel más bajo en un mes, Alguacil, presidente de la Asociación Española de Profesionales de los Servicios Funerarios, quisiera celebrar la noticia, pero le ensombrece la certeza de que miles de victimas no han sido contadas.
Para los empleados del gremio, los muertos no son solo números. El deseo de un conteo real es tan grande como la esperanza de que se restauren los servicios fúnebres, prohibidos desde el pasado 30 marzo.
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